Aquí estoy de nuevo tras unos pocos días de ausencia debido a que la mas que agradable visita de mis amigos "leoneses" Judit y Pablo me robaba mucho tiempo para poder escribir.
Esta visita me ha llegado como agua de mayo, en el momento que mas la necesitaba y hoy tras la marcha de cada uno para su respectivo lugar de procedencia me hace reflexionar sobre un tema discutido una mil veces por todo el mundo, la felicidad.
No me las voy a dar aquí de sabio diciendo qué es o qué no es la felicidad y que hay que hacer para alcanzar su plenitud ni ningún rollo de estos gafapastero de cafetería de 3 euros el cortado.
Simplemente os digo lo que he descubierto, y es que uno se empeña siempre sin remedio ni solución, en encontrar la felicidad absoluta de cualquier forma o modo a su alcance, considerándose saciado únicamente si consigue ser feliz en toda su plenitud y sentido.
Es común caer en este error, mas con los pocos años de vida que me contemplan, he ido aprendiendo, que la felicidad es un plato del que no hay que abusar y acabárselo en 5 minutos. En el caso de la felicidad, si esta bien picar entre horas y no esta desaconsejado por el endocrino.
Si con 22 años tenemos colmadas todas nuestras expectativas en la vida... que será de nosotros con 23 y con 30 y con 40? No nos empeñemos en querer tenerlo todo de golpe y con prisa, cada cosa a su momento, para así poder disfrutarla en el paladar todo el rato que deseemos y necesitemos.
Por culpa de nuestras ansias si nos damos un atracón con ella es muy probable que al día siguiente tengamos un empacho, y nunca mas volvamos a saborear del mismo modo tan delicioso plato.
Resumiendo: todo despacito, con buena letra y bien masticado, para que luego no nos dé un corte de digestión de esos con los que siempre nos amenazan las abuelas en la playa.
Si conseguimos encontrar la felicidad en las pequeñas cosas, quizá no seremos las personas más felices del mundo un dia, pero seremos un poco felices muchos dias.
En burro
Hace 4 años