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martes, 16 de febrero de 2010

Digiriendo la felicidad.

Aquí estoy de nuevo tras unos pocos días de ausencia debido a que la mas que agradable visita de mis amigos "leoneses" Judit y Pablo me robaba mucho tiempo para poder escribir.
Esta visita me ha llegado como agua de mayo, en el momento que mas la necesitaba y hoy tras la marcha de cada uno para su respectivo lugar de procedencia me hace reflexionar sobre un tema discutido una mil veces por todo el mundo, la felicidad.

No me las voy a dar aquí de sabio diciendo qué es o qué no es la felicidad y que hay que hacer para alcanzar su plenitud ni ningún rollo de estos gafapastero de cafetería de 3 euros el cortado.

Simplemente os digo lo que he descubierto, y es que uno se empeña siempre sin remedio ni solución, en encontrar la felicidad absoluta de cualquier forma o modo a su alcance, considerándose saciado únicamente si consigue ser feliz en toda su plenitud y sentido.
Es común caer en este error, mas con los pocos años de vida que me contemplan, he ido aprendiendo, que la felicidad es un plato del que no hay que abusar y acabárselo en 5 minutos. En el caso de la felicidad, si esta bien picar entre horas y no esta desaconsejado por el endocrino.

Si con 22 años tenemos colmadas todas nuestras expectativas en la vida... que será de nosotros con 23 y con 30 y con 40? No nos empeñemos en querer tenerlo todo de golpe y con prisa, cada cosa a su momento, para así poder disfrutarla en el paladar todo el rato que deseemos y necesitemos.
Por culpa de nuestras ansias si nos damos un atracón con ella es muy probable que al día siguiente tengamos un empacho, y nunca mas volvamos a saborear del mismo modo tan delicioso plato.
Resumiendo: todo despacito, con buena letra y bien masticado, para que luego no nos dé un corte de digestión de esos con los que siempre nos amenazan las abuelas en la playa.
Si conseguimos encontrar la felicidad en las pequeñas cosas, quizá no seremos las personas más felices del mundo un dia, pero seremos un poco felices muchos dias.

martes, 2 de febrero de 2010

Los leones tampoco duermen.

Si, en contra de todo lo que pensábamos los aquí presentes y los extraviados, los leones aparte de no morderse ni las uñas, tampoco duermen lo correspondiente a un ejemplar de la casa real, felina en este caso.
Curiosamente al no dormir, a un león se le ocurren muchas cosas que escribir mientras los demás juguetean con sus oníricas realidades.

Voy a hablaros aquí de como un león felizmente afincado en el Reino de los Leones, acaba en las tierras de mas allá del Ebro. La historia que hizo que el león hiciese el viaje inverso en su niñez ya la contaremos otro día que es aun mas larga y penosa si cabe.

Un buen día mientras desayunaba un par de cebras antes de salir de casa, me di cuenta de que en mi vida había muchas expectativas ya colmadas afortunadamente, pero aún así sentía un vacío en mi interior que no me dejaba disfrutar merecidamente de mi comida.
Tras comprobar que no se trataba de mi estomago hambriento, ya que había desayunado copiosamente, pensé, ¿como puedo anhelar algo y al mismo tiempo desconocer de que se trata?
Como los leones no entienden mucho de lógica y de todas esas patrañas filosóficas de humanos intelectuales del tres al cuarto, decidí centrarme en como calmar ese ansia de conseguir aquello que yo mismo desconocía y para ello fui cambiando muchas cosas de mi vida, para ver si así lo anhelado se dignaba a salir a la luz, llegando a cambiar incluso de supermercado y de peluquero, dos cosas sagradas para un buen rey de la selva.
De repente un día, mientras merendaba lo que me había sobrado de la cebra que tenia guardada en el congelador, ZAS! lo comprendí todo!
No necesitaba ningún capricho, ningún amor, ni siquiera un par de créditos gratuitos en la carrera.
Lo que necesitaba era sufrir, pero no sufrir como sufre un león en su agonía al verse rodeado de hienas y licaones hambrientos.
Mas bien se trataba de sufrir como sufre un distraido macho que se aleja de su manada para volver, por algún azar en su camino, a la alejada estepa que lo vió nacer, donde hallará una nueva manada, encontrara amores y desamores, leones mas jóvenes que le sacarán de quicio, compañias y ambientes diferentes a los que tan acostumbrado estaba siendo "El Rey de su Selva".

Un sufrimiento tras el que día a día, se asomará la chispa que le ha de devolver la felicidad perdida allá a lo lejos... en su querido Reino de León.

lunes, 1 de febrero de 2010

Los leones no muerden.

Tenia muchas ganas de estrenar un blog, lo habia intentado en varias ocasiones pero tras 10 minutos de infructuosas i repetidas intentonas, mi windows vista diseñado i reculutado por Bill Gates para destruirme, se reiniciaba sin remedio.
Hoy, tras innumerables intentos, por fin lo he conseguido, y me encuentro con un problema... llevo tanto tiempo pensando las cosas que iba a escribir en mi flamante blog... que no tengo nada interesante que decir hoy.
Asi que nada, espero que alguien se digne a leer este blog y no quede eternamente asqueado por su monotonía y su previsibilidad, prometo ser divertido y lo mas importante, no morder a nadie.